El producto futbol
El producto futbol se
ha visto seriamente afectado, esta semana, por los acontecimientos ocurridos el
jueves pasado en Argentina durante el clásico Boca-River. Un clásico que venía
caliente, con cargadas durante toda la previa y mensajes entre los
protagonistas. No era un clásico cualquiera, definía un pase a cuartos de final
de la Copa Libertadores. Para los boquenses era imperativo poder dar vuelta la serie
(en la ida 0-1), más aún porque los riverplatenses habían accedido a esta etapa
prácticamente por la puerta de atrás.
Solo 45 minutos duro
el partido. Nada más. De ahí lo que vino es simplemente vergonzoso. Por unos
cuantos graciosos, lo que suponía iba a ser un partido de alto vuelo, termino
siendo un bochorno mundial. Responsabilidad compartida entre los locales y la
gente de la Conmebol. Un veedor que no sabía dónde estaba parado y unos jugadores
que demostraron poco respeto por sus colegas.
El hinchaje y el amor
por un club se demuestran con hechos distintos. Lo que ocurrió en la bombonera
simplemente no está enmarcado dentro de los límites del respeto. Los partidos
se ganan en la cancha sí, pero ante este tipo de acciones la impunidad no se
negocia. El futbol es de lo que menos se habló siendo este el principal
protagonista. Es un deporte que hace rato, en esta parte del continente, viene
cediendo terreno ante los violentos.
Lo peor es que, en
algunos casos, el jugador colabora para que el ambiente se encienda más. Lo que
paso en Matute este fin de semana es un claro ejemplo. A diferencia de la paupérrima
sanción de la CONMEBOL a Boca Juniors, la ADFP actuó severamente con 6
jugadores de Alianza Lima que hicieron un espectáculo lamentable. En este caso,
los jugadores iniciaron la gresca, habiendo perdido el control de las emociones
ante un resultado que les era adverso.
En ambos casos, el
producto futbol es el que más sufre. En Boca, las marcas que lo auspician también
pierden con la eliminación de los xeneizes. El nivel de exposición que te da la
Copa Libertadores es altísimo. En el caso peruano, ya de por si la baja calidad
del espectáculo atenta contra el producto. Si a eso le agregamos violencia, el
resultado final termina por ser muy pobre. Y si a eso, le sumamos la mala educación
de ciertos jugadores, entonces lo que se ofrece termina por no ser vendible.
La calidad de un
producto no solo se mide por el contenido sino también por el empaque. Las
empresas evalúan todo a la hora de meterse en un negocio, en este caso el
deportivo. Y cuidan mucho el tema de la imagen. Los casos expuestos atentan
contra cualquier tipo de imagen y suelen terminar siendo un dolor de cabeza para
la marca que invierte. Más que resultados deportivos, las marcas buscan en el
deporte ejemplos de profesionalismo y esfuerzo.
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